manifiesto en la desesperanza

militar la espera 

esa que confía en los tiempos necesarios de las cosas
rezar al dios de lo común

protector de las memorias

cerrar los poros 

-para impedir que penetre

eso que amarga y carcome al alma-

afinar los sensores 

-para proteger y desear

aquello que nos mantiene vivos-

así como el caos no admite plural

la guerra no es asunto individual 

siempre un pueblo es quién la resiste

hipopótamos

Eran dos los hipopótamos que salieron al encuentro. Por un rato me convertí en uno más de ellos. Cerré los poros y me sumergí en el agua del estanque. Juntos rezamos al dios de lo común y nos dispusimos a militar la espera necesaria

Como uno más de ellos ajusté los sensores y expuse la trompa a la superficie. Resoplamos juntos, al unísono. Y por un momento las memorias esparcieron su perfume sobre la esperanza.

 

huésped

en el abismo recién abierto

el germen del desastre hace su nido

apodos profanos celebran 

el bautismo de la catástrofe

entre la mata tupida que rodea al susto

un huésped inesperado

enhebra el aire con la cuenta regresiva 

desatada por la incertidumbre

pasajero de un tiempo que parece muerto

repite para sus adentros

viejos verbos que hoy ya son mantra:

persistir, resistir, conservar, aguantar, continuar

persistir, resistir, conservar, aguantar, continuar

persistir, resistir, conservar, aguantar, continuar

exilio

la tristeza de un duelo recién amanecido 

se pasea entre las ruinas 

todavía aturdidas por los ecos de los estruendos

una enorme minoría arrojada 

a la estrechez de los márgenes 

deambula por un suelo que no cesa de resquebrajarse

extranjeros en lo común 

en esta nueva forma de exilio

centinelas invisibles

la sangre vertida

convertida en savia 
bombea su alimento
entre un enjambre de raíces subterráneas

centinelas invisibles
resisten los embates de la intemperie y la desolación

El primer rostro

Cuando se disipó la niebla la hechura del monstruo quedó al desnudo. Un brillo de espanto penetró en las pupilas de cada uno de los presentes. Quiénes todavía podían ver tuvieron que cerrarlos casi inmediatamente.

Cobijados bajo los párpados, buscaron consuelo en la penumbra. 

Trataron de imaginar su máscara primigenia. Aquél rostro anterior a que aquella voz inaugural pronuncie su nombre.

Entre nosotros

Sólo conversa con las voces de sus perros

La gente produce un murmullo que lo desquicia

Admira a Al Capone y Mauricio Macri 

A Domingo Cavallo y Carlos Menem 

Sustenta su ser individual en una teoría que considera superior a las existentes.

Razón que le resulta suficiente para querer eliminarlas. 

Desprecia a cada uno de nuestros iconos culturales. Los pequeños grandes próceres hechos de héroes y mártires que configuran nuestra identidad colectiva

A San Martín y a Alfonsín

A los radicales y a los peronistas

Al Papa y al Diego 

Al peso argentino y a las Malvinas 

Considera la lucha por la defensa de los derechos humanos en Argentina un negocio de zurdos abominables

Desconoce el valor de la vida. Sólo puede pensar en el precio de sus órganos en el mercado de las armas

Una espeluznante criatura ha surgido entre nosotros 

Y nos odia

el sueño de los justos

vienen y van
los demonios de la noche

son todas y ninguna las formas de su acecho

por la boca que nunca se cierra
exhalan alaridos
en una lengua universal
que no pide traducción

mientras tanto

el sueño de los justos

resiste

tal vez así

la penumbra inunda el camino
sobre el claroscuro recién inaugurado
una luz tenue conmueve las sombras

cerremos los ojos 
volvámonos permeables 
a la brisa que entreteje la tarde
tal vez así lograremos ver

no habrá despedida

no podrán volver
no habrá despedida
desde los puentes en llamas
sus destinos se arrojan
en un gesto suicida

ausentes en el sentir
apuestan a no pensar
los veo partir

ataviados por sus miedos

bajo una lluvia de cenizas 

el tiempo en el que todavía no soy

un comienzo es una ruptura
despertar, un vértigo
un nuevo día, un abismo

duermo sueño olvido 
me disuelvo en la totalidad
soy apenas una lágrima 
que se derrama en el océano 
de todo lo que existe

demoro el momento de asomarme a la mañana
extiendo el tiempo en el que todavía no soy

templo y oración

el cielo derrama lágrimas de oro
en la hora de tu despedida

son sus destellos los que alumbran
el camino hacia tu paraíso privado

allí vas
sumida en la quietud
que es templo y oración
de todos los adioses

aquí quedo
abarcada por el aire que se estremece
ante el roce de tu presencia
tan real como inasible

reflexiones

 

a través de la intemperie 
la fragilidad se filtra 
y nos abarca 

aún

sumida en la oscuridad -que es cobijo para las raíces-
la vida acumula las fuerzas para su realización

pura potencia del instante

en el que aún

todo está por ocurrir

así como lo hacen con las almas silenciosas 

de las palabras que todavía no fueron dichas
hadas expectantes 

hadas solícitas
le tienden su mano 
a la belleza y a los monstruos

así

un comienzo es una ruptura
despertar, un vértigo
un nuevo día, un abismo

isla

en la isla del silencio
el bullicio de la soledad repiquetea 

sobre la huella fresca de mis pisadas

atraídos por la vida ausente
los pájaros descienden de los cielos
inquietos y aturdidos 

sobreexpuesto

un cielo sobre expuesto 
vierte su leche transparente
sobre las almas que aún desconocían su penar

el gesto abrupto de la noche 

consigue dejar mudo al paisaje

en las cavernas que parecían olvidadas
el aire se estremece con el roce de las  tinieblas

 

bocanada

lo sagrado y lo profano se entrelazan 
en un roce apenas sugerido

una bocanada con aroma a violetas 
inunda de gracia la fragilidad de todo porvenir

sin principio ni final

la noche se apaga

-y también lo hacen sus espectros-

mientras el día parpadea a tientas

hablan solas

las sílabas retumban
en las ondulaciones desiertas de mis voces
hablan solas 
-sin que nadie les responda-

el velo del olvido torna invisible
al monólogo elocuente

lo que desaparece se pierde
en el cuerpo de la niebla

mendigos amantes (inspirada en dolls)

llueven blancas las flores del cerezo
sobre el andar de los amantes

mendigos encadenados avanzan 

cobijados bajo la intemperie de los despojos

mientras las huellas de sus pisadas 

se hunden en la impermanencia de la nieve

sin embargo una cuerda los sujeta

en la duración de un momento eterno

para no abandonarse
para no perderse

ópalos grises

los tiempos dejaron las ramas al desnudo

bajo el fractal de ópalos grises
la luz transparente despliega su manto
sobre las hendijas  de un silencio roto

caída libre

caigo 
a contrapelo de los brazos que me tienden mis demonios
soy el combustible mal herido en las preguntas de la noche

caigo
por el espiral en laberinto
con el que el capricho de la duda corrompe la confianza

caigo en caída libre
las vestimentas que traía
crepitan en un escándalo apenas audible 

caigo y crepito con ellas

ya no soy ellas
ya no soy yo

haiku

en la corteza
un corazón pálido

se insinúa

grito blanco

bajo el peso de los párpados de la noche 
el corazón de mi vacío
deja caer una lágrima de cristal
que rueda hacia adentro 
en una velocidad sinuosa

impuesta por los insectos que habitan
en la partitura de un grito blanco

bañados de penumbra

bañados de penumbra
los ojos profundos de mi sombra
reflejan su noche sobre mi

claroscuro

en los jardines del bosque sagrado 
las hojas recién caídas
embriagan el camino
con el perfume del otoño

mareados mis pies
buscan cobijo
bajo el claroscuro que cubre el paisaje

bola de fuego

en la hora que las sombras prolongan las presencias
la noche apresura su paso
una bola de fuego se desvanece 
detrás de un horizonte de cemento
cada vez más próximo
de este lado la calle encuentra cobijo
bajo la penumbra recién acaecida

todo acaba en el momento en que acontece
soy testigo y cómplice 
del final de cada una de las cosas

espejos rotos

en el laberinto de espejos rotos

tropiezo con retazos de reflejos

que me apartan la mirada

aprovecho y me escabullo 

tras un pensamiento que se enreda 

en una palabra gastada

cada tanto 

los ojos 

se posan en algún destello
que les recuerda mi nombre

¿quién mira a través de mis ojos?

así es el otoño

la noche se apresura sobre  la tibieza
cuando apenas las sombras comienzan a palidecer
así es el otoño

un magma de dorados infinitos se acumulan y caen 

en cascada junto al verdor que resiste al paso del tiempo

la exuberancia casi obscena cubre el paisaje

la belleza es perecedera
salvo para el ojo que la puede ver

caigo

caigo por mi propio peso
sobre la huella de mi presencia

grillos invisibles perfuman el aire
con la música de sus alfileres dulzones

caigo lentamente
voy dejando atrás ese lugar
en el que nunca estuve

una luna rojiza

vengo de cruzar el río del tiempo
corría caudaloso
imaginé todas las vidas contenidas en él

a medida que avanzaba 
vi al paisaje quedar cautivo del esplendor 
con el que  la noche lo abarcaba

en el camino de vuelta 
una luna rojiza 
iluminaba el mundo

 

la presencia de las cosas

la historia habita invisible 
en la presencia de las cosas

el tronco despide a la corteza

desnudando la intimidad de sus colores y texturas

retazos de vida acumulada
se desprenden y caen

ladra

en la mañana inmaculada un perro ladra 

sacude las sombras que la noche dejó 

olvidadas en el momento de su retirada

lanza sus flechas hacia un vacío de presencias sólo aparente

él sabe que el sigilo con el que el aire ha amanecido 

pronto será viento 

y que entonces la calma en la que se mecen las ramas de los árboles

hará remolinos en una sinfonía estridente

ladra, insiste imperturbable

ladra y retumba 

hasta que sus ecos consiguen desgarrar

el velo de lo apacible

domingo incauto

el ronroneo del aire fresco se desliza
sobre las hebras de una  mañana vacía de voces

a su paso las ramas del laurel 
se inclinan en reverencia
agradecen la frescura 
con la que incauto el domingo
insinúa su capricho
entre la nostalgia recién vertida

gracia

en una noche que arde sin clemencia
advierto la gracia de una brisa
que merodea airosa
por entre las hojas de lo árboles

la acompaño en su paseo 
mientras los neumáticos hacen olas sobre el asfalto
arrullados por el canto de sirenas
de un mar ausente

haiku

ave de fuego

en el cielo desierto

crujen tus alas

hay un brillo

hay un brillo de aventura que ilumina el gesto

el espacio se volvió paisaje
el vacío una presencia
el instante tiempo

haiku

sobre la piedra

la memoria esculpe

un nuevo cuerpo

infinito sobre el agua

la mano dibuja

-casi sin darse cuenta-
un infinito sobre el agua

su aura se expande tornasol
entre reflejos dorados
por un espejo que nunca acaba
y que el río transmuta

allí va
allí fue

una vez más

camino al lado del mar
junto al rumor de sus misterios
su gran lengua lame mis huellas y las funde
en los secretos de lo eterno

cruzo la línea del tiempo

trazo mi trayecto en lo inmenso

una vez más vuelvo a perderme

una vez más me vuelvo a buscar

cautiva

turgentes las flores de fuego estallan entre las ramas

un brillo de jalea real barniza mis ojos y los sumerge en su néctar

la belleza no es incauta 

acecha agazapada 

capaz de tomar cautiva

cualquier mirada extraviada

casi sin darnos cuenta

las aguas del río nuca vuelven a su fuente
cruzamos sus orillas

vamos y venimos una vez más 

casi sin darnos cuenta
en cada uno de nuestros pasos
nos vamos dejando atrás

cortejo

sobre los vidrios 
la lluvia salpica gotas temblorosas

las veo deslizarse sensuales

-buscan atraerse-

el cortejo ha comenzado
de su encuentro nacerá un mundo

al unísono

acostumbradas a que sus movimientos respondan a las corrientes de aire que se filtran entre las ramas

las hojas amarronadas y resecas del plátano se amontonan en una esquina de la terraza 

indiferentes a las flores del laurel recién nacidas 

su otoño precoz parece distraído de los furores del verano

la vida y la muerte y todas las vidas

al unísono

ocurren en simultáneo

el rugido

un rayo me atraviesa
su luz metálica sacude mis párpados

me entrego al silencio que emana 
el golpeteo de la lluvia sobre la chapa

permanezco a la espera
flotando entre las gotas
atenta a la llegada del rugido
que inaugurará la tormenta

imantada

entrego mis máscaras como ofrenda. 
penetro en la oscuridad del túnel 
imantada por los haces de luz 
que se filtran al final de la cueva
avanzo ajena a mi propia sombra 
burlando las trampas de mis fantasmas

 muero de mí para después nacer