Eran dos los hipopótamos que salieron al encuentro. Por un rato me convertí en uno más de ellos. Cerré los poros y me sumergí en el agua del estanque. Juntos rezamos al dios de lo común y nos dispusimos a militar la espera necesaria
Como uno más de ellos ajusté los sensores y expuse la trompa a la superficie. Resoplamos juntos, al unísono. Y por un momento las memorias esparcieron su perfume sobre la esperanza.
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