viernes, 27 de julio de 2018

las cosas lo más claro posible


Está bien haberle mandado el mensaje a Laura. Ella es una mina piola, no me gustaría que me mal interprete. El que calla, otorga. Mejor dejar las cosas lo más claro posible. Siempre hay lugar para los malos entendidos. Siempre que se puede, mejor evitarlos.
Mina copada Laura. La pasábamos bien. Desde el principio me sentí cómodo. Como si nos conociéramos desde siempre. Una noche hasta llegué a decírselo. Ella me tranquilizó diciendo que disfrutemos mientras durara, que encuentros así, además de ser raros, duraban poco. Sin embargo a medida que la relación crecía también lo hacía mi intranquilidad. Comencé a sentirme ansioso y fue ahí que decidí que era momento de ponerle fin.
“Vamos a tener que dejar esto” fue exactamente lo que dije. Ella pareció entender desde el primer momento. O por lo menos pretendió que lo hacía. Casi no hizo preguntas. Mucho menos reclamos. Sus gestos, tan expresivos hasta ese momento, parecían haberse borrado por completo. Se limitó a escuchar y bajó la vista. ¿Cómo podía quedarme tranquilo de que lo había entendido? ¿Qué me garantizaba que no era una táctica para despistarme? ¿Estaría siendo sincera? ¿No me estaría haciendo la de la comprensiva? ¿Estaría esperando el momento oportuno para clavarme un puñal por la espalda?
Sólo un hombre de fe hubiera podido confiar en que la coherencia entre dichos y hechos resultaba evidencia suficiente. Para un hombre racional como yo la evidencia, en lo que a mujeres se refiere,  nunca puede ser suficiente. “Con las minas las cosas lo más claro posible”, como decía mi viejo. A las minas les encanta suponer. Mirás el reloj, suponen que querés irte. Si estás callado, es porque estabas pensando en otra cosa. Si realmente tendrías ganas de verlas, dejarías de hacer todo lo demás. Son expertas.  Se las arreglan con muy poco cuando se trata de suponer.
Yo estaba perfectamente advertido. Ya me había pasado con Rita con quien juro que traté de no dejar ningún cabo suelto. Con mucha sinceridad le propuse una amistad. Sin embargo cada vez que la invitaba a mi casa a ver una película o a tomar un vino, ella intentaba rozar mi pierna con la suya, con franca intensión de querer “algo más”. Es cierto, Rita nunca pareció entender. Después de Rita me prometí a mí mismo que no me volvería a suceder. No estaba dispuesto ni siquiera a una sutil insinuación de “otra cosa”.
Fue así como los primeros meses que nos vimos con Laura después de mi decisión, esperaba el momento oportuno para volver a aclarárselo. Su respuesta no solía diferir mucho de la que había dado originalmente. Aunque nuestros encuentros eran cada vez más espaciados seguíamos escribiéndonos seguido. Que fuese por escrito no le restaba ni fuerza ni valor a mis palabras. Pronto fueron cada vez menos las oportunidades en las que conversábamos. Hace ya un tiempo que  no me escribe. Yo no dejo pasar mucho sin escribirle. Para que me entienda. No me gustaría que suponga que me hago el interesante. que se filtre un malentendido, porque, el que calla otorga, mejor las cosas lo más claro posible…por las dudas…



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