Abro la canilla de agua caliente y cuando el chorro es
suficientemente contundente coloco el tapón a la bañadera. Por debajo justo
donde golpea el chorro en la base del agua, vuelco un poco de espuma para baño
aroma tilo. Adoro el perfume de los tilos. Me gustaría algún día, reemplazar el Plátano de la vereda por uno. Me contaron que la Ciudad de la Plata hay épocas
del año que parece haberse perfumado con Tilos. Buenos Aires en cambio
últimamente huele casi siempre a acumulación de basura y cloaca estancada. Son
épocas en que la mierda flota.
Prendo un sahumerio y bajo el dimmer de la luz del baño.
Prendo un sahumerio y bajo el dimmer de la luz del baño.
Comienza uno de los momentos más deseados de la semana: el
ritual de los viernes. Mientras se llena la bañadera me enciendo la tuca que
quedó del domingo a la noche. No suelo fumar durante la semana. Pero ahora ya
es noche de viernes, pura línea de fuga, una suerte de imperiosa expectativa de
cosa nueva.
Llevo la computadora al baño para así escuchar algún disco.
Dudo entre alguno del elenco estable o arriesgarme con algo nuevo. Transo:
elijo Talkie Walkie de Air, de
ellos el que menos escuché hasta el momento. No le doy play hasta que cierro la canilla. Me molestaría mucho escucharlo
comenzar con el ruido del chorro de fondo.
Ahora sí. El agua está increíble y la música está bien. Me suelto el
cabello y me sumerjo hasta hundirme, mientras percibo como el agua tibia va
ablandando el gesto cotidiano en el que suelo reconocerme, va deshaciendo
sutilmente la máscara a través de la cual fallo en saber quién soy.
https://youtu.be/mQONxOIPPuI
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