el desierto de tu nombre

el pasado por delante me empuja hacia el camino
no existe lugar a dónde ir
sólo un lugar dónde estar

entro con mi pisada
en la huella de tu ausencia
-pliegue que da cobijo a mi herida-
allí late el corazón de cada una de mis muertes

una memoria sin historia 
guía mis pasos y 
me inscribe en tu linaje

hermana de la estepa 
hija muerta y abandonada

tu sangre anima mis aguas y serpentea 
en el desierto de tu nombre

a salvo

con ojos de fuego

el sol apresura

la agonía de las flores recién nacidas

la ternura de un capullo me toma por asalto

y no puedo más que advertir -una vez más- 
la fragilidad de toda belleza

pliego entonces los pétalos sobre el pistilo 
pongo a salvo su perfume a entusiasmo
y la confianza en los misterios de su potencia

haiku

nace del tronco

un tímido retoño

futura rama

desatino

el trueno ruge dentro del vientre de la noche
sus ecos trazan aureolas
que orillan los últimos destellos 
de una ceguera recién nacida

testigos ante el puro magnetismo
la luz y el sonido 
dan inicio al rito

se ofrendan mutuamente 
impresiones y velocidades
consagran  su desatino
a la voluptuosidad de la tormenta

fuego en el agua

fuego en el agua

crepitan los cuerpos

recién nacidos

huellas en la errancia

consagrado a la caída

mi peso se funde en cada pisada

testigo de la hondura de mi impermanencia

confía en la belleza de las formas

despojadas del antes y el después

sus huellas escriben en la errancia

pasadizos

un resplandor abovedado cautiva al ojo
en el instante irrefrenable 
en que el misterio rapta la mirada

ya no hay escapatoria
iremos hacia ese lugar -siempre sugerido- 
donde lo otro conserva su morada

bajo el hechizo de sus reflejos
danzaremos errantes
por sus pasadizos

de pronto una brisa

desde sus ecos más profundos 
extiendo el hilo de mi voz 
y acaricio la piel de la espera
busco apreciar las diferentes texturas 
que habitan en la distancia

de pronto una brisa 
-apenas perceptible en el temblor de un nombre recién nacido-
se cuela en el compás de la tarde y la colma de desconcierto

por un momento la palabra se demora 
suspendida en el vaivén inevitable 
entre la promesa y la incertidumbre 
de lo que al fin será dicho

vendrán

vendrán quiénes tengan que hacerlo
recibir es mi tarea
desde mi centro vacío 
las lenguas de fuego
remontan sus velos
y atraen tu conquista

en lo fatal del encuentro que me da forma
soy pura impermanencia
-al fin consigo arder-

momento-dramático-

la tarde hace entrega de sus oros

para morir rendida 

ante el encanto de una bocanada 

con aroma a púrpura

no ocurre de inmediato

existe un momento -dramático-

que lleva la velocidad del instante

en el que las sombras se balancean y revelan:

la espesura de los negros 

sobre el silencio de la calle

el trazo de la palabra 

que habrá sido dicha

el contorno de una presencia 

que se ha vuelto necesaria

feliz y triste

ante la página en negro del presente

los flashes díscolos encandilan la conciencia

la historia deambula 
obnubilada por el reflejo 
que le devuelve el filo 
de sus espejos rotos

olvidada de sí misma
por su boca idiota babea palabras 
que desfallecen antes de ser dichas
feliz y triste

haiku

cielo de metal

las aguas se agitan

bajo la luna

avanzo hacia atrás

rompo el hechizo del mercurio
abandono el suelo estéril donde anida
la culpa por las faltas que nuca cometí
avanzo hacia atrás
voy hacia el encuentro de mis raíces
morada de mi verdad primera
poseo la llave del manantial 
del que brota mi opulencia

el revés de lo eterno me cobija
el opresor ha muerto

abrazo

a tientas en la claridad 

mis manos buscan 

posar allí el peso de mis sombras

el abismo me sostiene

una flor nace de la piedra
enlazadas en un largo abrazo
la vida y la muerte
tejen la coherencia del caos

frío de promesas

bajo un cielo frío de promesas

los árboles rodean el camino
atentos al caminante

de sus ojos conmovidos
ante un tiempo implacable
hay una lágrima que tiembla y cae

haiku

un alma impar
surca el océano
de la soledad

pura promesa

quisiera que este invierno dure eternamente
como la transparencia de sus ramas 
que todo lo dejan ver

un cielo de cristal tiñe 

de blanco la soledad de los parques

bajo los pies de los árboles las raíces 
errantes en la oscuridad y el silencio buscan 

alimento para dar rienda suelta a su destino 

-incierto e inevitable-
pura promesa

fiel

viene conmigo
en cada uno de mis pasos
vaya donde vaya 
cuento con ella
mi intemperie 
me acompaña siempre
fiel a sí misma

el fugitivo

caigo de rodillas
me rindo

el hueso choca contra los adoquines

y exhala un grito mudo

la calle me asfixia

con su mirada impávida 

el fugitivo implacable

no se detiene

huye de mi
me da la espalda

el tiempo no para

tiempo de poda

una rama recién cortada

retumba sobre la vereda

la exuberancia se vuelve ofrenda
y lo que fue lujo, puro desperdicio

es tiempo de poda

a través de la luz opaca

viajo a través de la luz opaca del otoño
voy hacia mi linaje

avanzo y retrocedo 
en un tiempo único

soy una de las tantas piedras 
que ruedan en el camino

embebidas en lágrimas de niebla

sobrevivientes de un tiempo tuerto
nos movemos en el estrecho margen
entre la tierra arrasada y el abismo

-sobre la eternidad y su reverso
en el vacío de todas las noches-

allí donde todo fuga 

para encontrarse

haiku

 cuerpo de piedra

atrás quedó su huella

recién nacida

haiku

miedo de fuego

las sombras crepitan

sobre el muro

haiku

la luz ausente

sumerge la mañana

en tierra seca

haiku

el agua quieta 

desnuda las raíces 

de la memoria 

haiku

niebla en el aire

surca el horizonte

un ala impar

hasta la noche

asomarse sería pura osadía
las ráfagas de viento esparcen el desastre 
y obligan a retroceder en cada intento
ningún sol consigue traspasar
el velo tupido de las nubes

todo está tan oscuro 

que hasta la noche se mueve a tientas

a golpes de martillo

un inmenso desierto se abre paso en mi boca
avanza entre los escombros de un tiempo muerto

la piedra que llevo en mi pecho se resquebraja y rueda 

arrastrando lágrimas de sudor seco

su crujido retumba 

a golpes de martillo
en los huecos de la ciudad vacía

todo vuelve

vimos caer la esperanza 
junto a las últimas luces de la tarde

vimos sangrar las heridas 
que creíamos cerradas

vimos agrietarse el suelo 

hasta devenir abismo

una y otra vez todo vuelve 

incesante, repetitivo

mientras hay muertos que lucen 

con obscenidad sus nuevas máscaras

el público se renueva

y con eso la ignorancia

paredón

con las armas del desastre
ejecutan la esperanza
contra un paredón
que aniquila hasta las sombras

asfixia

la claridad del día cae 
asfixiada bajo el peso de la noche
el paisaje se oculta tras los matices 
aniquilados por la luz negra
a tientas entre tinieblas
nuestra tragedia evoca su Odisea

"una maligna niebla lo cubre todo
el sol ha muerto"

una lágrima

el azar es concurrente
sobre todo en abril

una lágrima se desprende y cae

incauta rueda sobre el espejo 

empañado por las lágrimas que todavía 

esperan el tiempo de su caída

de su encuentro nacerá un mundo

sangro

la bronca gime
con grito ahogado

un dolor que quedó mudo

sangro junto a los que sangran
ante el espanto que tiñe el desierto 
en la hora del crepúsculo

un rostro

bajo el velo del alba 
justo a trasluz sobre el fondo del espejo 
un rostro me observa sin perderme de vista

añoranza

la costumbre merodea 
hambrienta observa con zozobra 
las migajas de una época 
que le da la espalda

camuflada de penumbra me oculto
ante los ojos de un paisaje que no me reconoce
me dejo ir junto a lo que me abandona
mi humanidad ya es añoranza

somos los huérfanos de un tiempo 

al que le robaron las palabras

trinchera

el mundo se desmorona ante mis ojos
un abismo se abre paso
desde acá no alcanzo 
a vislumbrar lo insondable de su medida

la vida tritura los sentidos
con el taconeo que amedrenta la esperanza
el aire de la noche se ha convertido en un bien escaso

volví a un lugar del que no me fui
la trinchera es mi nueva morada

con recelo

con el corazón a los cuatro vientos
y el cuerpo lleno de intemperie
mi deseo colador 
no consigue atrapar ninguna presa

el vendaval hace remolinos 
y esparce las memorias

todo fuga hacia un no lugar

una ráfaga que trae olor a infancia
el suspenso de una tecla después que los dedos la pulsan
la modorra de un domingo que resbala sobre el empedrado

por las calles de siempre que me tratan con recelo
deambula una época que muere sin pausa

la fuerza del suelo

corazones mutilados de moral

hurgan en la desesperación
y hacen hábito la miseria

una nube de carbón asfixia el aire 

y cae sobre lo infrahumano

al reparo de las sombras el adn parpadea: 

sus potencias se encuentran todavía dispersas 

y es entonces cuando siente: 

desde el suelo se agita una fuerza aglutinante

que abrasa sus brazos hasta el estallido 

que irrumpe torbellino marea tempestad

en la noche sin pausa

la piel de la piedra

 

el río pulsa en su andar
el latido de las memorias

que van vienen se ondulan

recostada sobre su lecho

la piel de la piedra sabe 

del golpeteo de las corrientes

rito de seducción

que talla el gesto

sobre un cuerpo sin forma

a su debido tiempo

el llanto de cada día repiquetea y hace charco
sobre los espejos que la lluvia dejó a su paso

es un hecho:
lo que aumenta sin cesar
por necesidad un día desborda

 a su debido tiempo
-como todo-
un mar de lágrimas 
inundará el desierto de las almas 
que  la maldad y la indiferencia resquebrajan

voy a nado

me sumerjo en el mar de tus ojos
voy a nado hasta tu centro
-radio infinito de tu mirada-
caigo junto a tu caída
en la brevedad de un instante eterno

sin tiempo
sin gestos
sin voz

furia

la furia arde en mis entrañas
me derramo en lava

incendiándolo todo

soy el fuego que me quema viva

el viento aviva la llama y después la extingue  

odio vampiro

los gritos se exilan
en tierras que ya no escuchan

una llamarada de odio

sedienta de toda venganza
lame los débiles gemidos 
de un mundo que se extingue

odio vampiro

alimenta su voz con palabras muertas

haiku

entre las ruinas

las sueños deambulan

a la deriva