Voy al ras. Sobre una superficie sin pliegues ni dobleces. Me dejo atrapar por la amabilidad con la que el suelo recibe el peso de mis pies y acepta su moldeado.
Así también como lo hace con el ir y venir de las aguas, que todo lo borran.
Así también como lo hace con el ir y venir de las aguas, que todo lo borran.
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