en la hora en la que el viento
atempera su bravura
atempera su bravura
y el sol declina su potencia
las sombras se abren paso
como si buscaran alcanzar la noche
se recuestan sobre la arena
y tienden los puentes
hacia la futura negrura
allí donde nada permite distinguir
el roce de la tierra y el cielo
y el clamor incesante del océano
se oculta en el silencio que abarca al paisaje
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