Me estacionan al final del túnel. Parece hecho a mi medida. Nadie más tendría lugar allí. Comienza a sonar un pitido afónico que no se decide del todo por lo agudo. .Inmediatamente estallan sonidos industriales distorsionados. Puedo reconocer el impacto del peso de la mano en la herramienta que golpea sobre la chapa. También el ruido de los motores torciendo su destino en el arranque.
Sueño. Me encuentro debajo de una sombrilla. El sol de mediodía cae en picada. La sombra que ofrece es escasa. Allí tampoco hay lugar para alguien más.
Estoy sola, sin alternativa. No hay adentro ni afuera. Pierdo mis contornos fundiéndome en el entorno. Puedo serlo todo. Ya dejé de ser algo presente en la vida de los otros.
Cada tanto los ruidos se detienen y quedo sumida en un silencio absoluto. De todos modos la pausa no dura lo suficiente para inquietarme. Pienso en que morir debe ser algo parecido. Flotar en la permanencia de un no lugar. Una presencia acuosa imperceptible.
El pitido afónico interrumpe mis cavilaciones. Me extraen rápidamente del túnel. Lo sé porque una luz blanca se filtra a través de mis párpados pesados. Todavía con los auriculares puestos escucho la voz que me dice: "listo, terminamos".
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