Me desperté con la certeza de haberme olvidado las pistas en el sueño. No puedo estar segura si ocurrió al abrir los ojos o apenas unos segundos antes. Por las dudas los cierro inmediatamente y permanezco en estado de total quietud, camuflada entre las sábanas y la almohada. Contengo la respiración como un cazador a la espera de su presa, atenta a percibir cualquier cambio sutil en el entorno. Es absurdo. No hay retorno. El laberinto onírico se esfumó por completo dejando solo un aura estelar de su paso por mi mundo. Donde estoy ahora, solo accedo a algunos sonidos aislados, la calle se despereza con las voces y las risas de mis vecinos y la bocina de un auto insomne. Sólo es cuestión de tiempo. Tarde o temprano el reloj eclipsará los sueños perdidos.
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