desatino

el trueno ruge dentro del vientre de la noche
sus ecos trazan aureolas
que orillan los últimos destellos 
de una ceguera recién nacida

testigos ante el puro magnetismo
la luz y el sonido 
dan inicio al rito

se ofrendan mutuamente 
impresiones y velocidades
consagran  su desatino
a la voluptuosidad de la tormenta

fuego en el agua

fuego en el agua

crepitan los cuerpos

recién nacidos

huellas en la errancia

consagrado a la caída

mi peso se funde en cada pisada

testigo de la hondura de mi impermanencia

confía en la belleza de las formas

despojadas del antes y el después

sus huellas escriben en la errancia

pasadizos

un resplandor abovedado cautiva al ojo
en el instante irrefrenable 
en que el misterio rapta la mirada

ya no hay escapatoria
iremos hacia ese lugar -siempre sugerido- 
donde lo otro conserva su morada

bajo el hechizo de sus reflejos
danzaremos errantes
por sus pasadizos