del tropel de alimañas de ala rota
brota un humus humeante
que infecta de pena el aire
y hace plaga la tristeza
su carroña arrecia justo
a la altura de nuestra cabeza
y nos roza la nuca con su ráfaga de hielo
quemando en el pavor hasta las sombras
congelando hasta la luz que entibia
el mediodía en el invierno